Dienstag, November 14, 2006


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Hay en un rincón de los Prazeres
Un árbol marmóreo
Con una rama partida
Y un búho, que triste,
Me mira y lo miro.
En la morgue
Hay agujeros
Por donde antes
Se deslizó la sangre perpleja
Por quedarse, de pronto,
Sin fuerza, sin rumbo y desorientada,
Muerta.
Llueve un poco
Sólo en el fondo del paseo,
Un agua lenta y blanca, de leche,
Que cae, donde, caprichosa, deciden las gotas.
Hay tumbas abiertas
Donde se ven viejos ataúdes de madera
Recubiertos de tela harapienta
Y negra.
Miro por rotas ventanas
Por puertas que parecen por dentro forzadas.
Veo familias enteras
Que eran o fueron, que fueron siendo
en un tiempo cercano o remoto,
no lo recuerdo, no estaba.
Las calles numeradas,
Numerados los nichos
Números fuimos, números seguimos.
Largas avenidas de muerte pasada
A un lado y a otro cruces de fe cristiana,
Como si al muerto le importara
Si están adornados, hay candelabros,
fotos, símbolos, ornatos,
cristos budas o Mahomas
O flores marchitas o nada.
Cipreses nudosos se alzan,
Innumeros seres que beben
De alguna podredumbre vitaminada.
A un lado el verde Montsanto,
Al otro un gigante de hierro
Vibrando en el aire.
Estrela y la muerte presente,
Me pone nervioso
Enfrentarme a algo borroso
Y nítido como el cristal de mi ventana
En noches heladas.
Algo se yergue día y día,
En mi espalda,
Me va recordando la vida
Que un día ella misma se acaba.

1 Comments:

Blogger Bernat Murcia said...

Hay que ver cómo te deprime la muerte. No hay para tanto, coño. Con la de mierda que uno traga a lo largo de la vida, la muerte llega a resultar gratificante.

17 November, 2006 13:45  

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